La campaña anticómic que vivió Estados Unidos entre los años 40 y 60 se identifica a menudo con un nombre propio: el del psiquiatra de origen germano Fredric Wertham, autor de diversos artículos hostiles contra el medio, y sobre todo de una monografía con el mismo objetivo, Seduction of the Innocent (1954).
Aunque su protagonismo en la cruzada anticómic resultó indiscutible, lo cierto es que de Wertham se han vertido afirmaciones manifiestamente incorrectas, quizás por acercarse de forma superficial a un personaje complejo y con no pocos matices. Dos son los principales errores en que se incurre frecuentemente: el primero, considerar que Wertham era una suerte de iracundo censor ligado a posturas conservadoras como las esgrimidas por las Sociedades para la represión del vicio, fundadas por Anthony Comstock y que tenían importante presencia en Boston y Nueva York. La segunda, magnificar la relevancia de Wertham en la campaña contra los cómics, personificándola en él. Ni lo uno ni lo otro es cierto en absoluto.
Wertham no era un conservador, sino todo lo contrario, un progresista. De origen germano, había estudiado psiquiatría en la Universidad de Würzburg, muy ligada científicamente a las teorías de Sigmund Freud, para emigrar en 1922 a Estados Unidos, cuando tenía 27 años de edad.
En su nuevo país de acogida empezó a trabajar en el Hospital Johns Hopkins de Baltimore, para trasladarse luego a Nueva York, donde prestó sus servicios en el Queens General Hospital y a continuación en la clínica Lafargue, que él mismo fundó en 1946 en el barrio de Harlem y que debía su nombre al periodista socialista Paul Lafargue. Su actividad clínica estuvo siempre orientada a atender preferentemente a grupos vulnerables como los niños y las minorías étnicas, tratando de erradicar prejuicios sociales y raciales profundamente enraizados en la mentalidad norteamericana. Perteneciente a la escuela conductivista de psiquiatría de Frankfurt, Wertham consideraba que las personas carecían de predisposición genética hacia comportamientos antisociales, de modo que estos eran producto de procesos aprendidos, lo que obligaba a controlar el contexto en el que los menores crecían, y el que frecuentaban las capas de población menos favorecidas. Una filosofía sin la que resulta imposible entender cabalmente la posición que adoptó en la campaña anticómic.
El nombre de Wertham empezó a circular mucho antes de la campaña anticómic, como consecuencia su participación en casos muy mediáticos. Así, realizó el examen psiquiátrico forense a dos homicidas sin demasiados recursos económicos, en lo que fue siempre una constante deontológica suya: atender precisamente a quienes carecían de solvencia para procurarse un buen especialista en salud mental.
El primer homicida al que Wertham examinó en el curso de su proceso penal fue el terrible Hamilton Howard Fish, más conocido como Albert Fish. Un asesino en serie, con conductas caníbales, que asesinó a quince niños, y que fue finalmente prendido tras acabar con la vida (de la forma más atroz) de una niña de diez años, Grace Budd. Wertham analizó clínicamente a Fish, detectando que había sufrido abusos durante su infancia en el seno de una familia con patologías mentales, trastornándole al punto de convertirse él mismo en un enfermo mental homicida. Wertham publicó luego los resultados de su trabajo con Fish en el libroThe Show of Violence (1949). No obstante, el tribunal que enjuició aquellos homicidios no valoró el informe pericial de Wertham, y condenó al reo a la pena capital, siendo ejecutado en la silla eléctrica a la edad de 66 años.
Tres noticias sobre Fish. Los abogados defensores alegaron demencia, y ese fue precisamente el objeto de la invervención de Wertham. Las noticias fueron publicadas, respectivamente en: The Roanoke Rapids Herald (3-I-1935); The Washington Times (12-III-1935) y The Washington Times (17-I-1936)
Si Fish era un sujeto con el que resultaba difícil tener empatía, el otro caso que implicó a Wertham sí contó con mayor comprensión social: el de Rosalie Tilt, una mujer que había asesinado a su marido de un disparo en 1947. Tras su examen psiquiátrico, Wertham concluyó que Rosalie padecía de desequilibrio mental y tendencias suicidas, fruto de una infancia oprimida por un padre controlador, y de dos matrimonios traumáticos, el primero de ellos cuando sólo contaba con quince años, enviudando poco después, y el segundo con un cónyuge que abusaba de ella, lo que desencadenó su actuación homicida. El testimonio de Wertham fue clave para que en este caso el jurado declarase a Rosalie "no culpable", debido a su enajenación mental, recluyéndola en un centro psiquiátrico.
Al margen de su participación como experto en procesos penales, Wertham también lo hizo en procesos civiles. Y en uno particularmente notable: fue testigo pericial nada menos que en el caso Brown v. Board of Education (347 US. 483, 1954), resuelto por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, y con el que se puso fin a la segregación racial en las escuelas.
La intervención de Wertham en este aclamado juicio tuvo lugar a instancias de la National Association for the Advancement of Colored People, organización para la que había realizadopreviamente un estudio sobre la discriminación racial que sufrían los niños afroamericanos de Delaware. Lo que, unido a la atención que dispensaba a esa misma comunidad en Harlem, pone de relieve el progresismo de Wertham y la alta estima que tenía entre la población afroamericana. En su intervención ante el Tribunal Supremo, Wertham hizo hincapié en el daño emocional que sufrían los niños debido a la discriminación en los centros educativos, lo que les impedía desarrollarse plenamente y convertirse en ciudadanos de provecho. De ahí que su conclusión fuese que la segregación racial en las escuelas era, en sí misma, "antieducativa". La alta instancia judicial atendió a estos argumentos, y a través de la referida sentencia acabó con la ignominia que los niños afroamericanos habían sufrido hasta la fecha en las escuelas.
Una manifestación en contra de la segregación racial, y un chiste gráfico aparecido en Afro-American (Richmond) (22-V-1954)
Hasta aquí esta primera entrada dedicada a Wertham que, según creo, bastará al menos para dejar claro que no se trataba de ningún moralista conservador como sí lo fueron otros detractores de la cultura popular, como Anthony Comstock o John Saxton Sumner. Porque a veces el progresismo bienintencionado, y dirigido a la tutela de personas e intereses dignos de la mayor protección, acaba coincidiendo con las posturas más conservadoras, yerra dónde ha de poner su punto de mira, enfoca mal las causas de los problemas, o se pasa de frenada en las soluciones. Y al final son libertades como la de expresión las que resultan perjudicadas en el proceso.
Para saber más:
El mejor estudio sobre Wertham es, sin duda, el de Bart Beaty, Fredric Wertham and the Critique of Mass Culture, University Press of Mississippi, Jackson, 2004.
Para los procesos mencionados en este blog, aparte de las páginas dedicadas por Beaty, y lo analizado por el propio Wertham en The Show of Violence (Doubleday & Company, New York, 1949), la mejor información se obtiene de la prensa de la época.
Respecto de la Clinica Lafargue y su contribución a la política antisegregacionista véase el atinado trabajo de Gabriel N Mendes, "An Underground Extension of Democracy: The Lafargue Clinic and the Promise of Antiracist Psychiatry", Transition (Indiana University Press), núm. 115, 2014, pp. 4-22.
Sobre Brown v. Board of Education, y la intervención de Wertham en el procedimiento, puede hallarse información muy interesante en las siguientes obras: John P. Jackson, Social Scientists For Social Justice. Making the Case against Segregation, New York University Press, New York, 2001; Richard Kluger, Simple Justice. The History of Brown v. Board of Education and Black America's Struggle for Equality, Random House, New York, 2004; Tim McNesse, Brown w. Board of Education. Integrating America's Schools, Infobase Publishing, New York, 2007; Marty Gitlin, Brown v. The Board of Education, ABDO Publishing Company, Minnesota, 2008.